Según una corriente “clásica”, la ética tiene como objeto
los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir,
aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se
limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio
sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o
éticamente malo.
Ello implica establecer una distinción entre lo que sea
bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal
éticos coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.
En general toda ética pretende determinar una conducta ideal
del hombre. Esta puede establecerse en virtud de una visión del mundo o de unos
principios filosóficos o religiosos, que llevan a determinar un sistema de
normas. Se divide en ética general, que estudia los principios de la moralidad,
y la ética especial o deontología, que trata de los deberes que se
imponen al hombre según los distintos aspectos o campos en que se desarrolla su
vida.
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